
Ella quiso quererlo. Él no quiso.
No se dejó quemar por las caricias, ni se dejó abrigar por las palabras...
Ella intentó en silencio ir sacudiéndole ese humo en la mirada.
Y él, con sus ojos mansos, no hizo más que mirar sin decir nada.
Ella desarropó cada uno de sus huesos y se embriagó en su calma.
Él amarró con prisa cada miedo de que le viera el alma...
Pero ella, sin embargo, se arrimó incluso allí dónde él no se habitaba.
Y nada para ver más que lunares muertos de nostalgia.
Ella cubrió con besos sólo un rincón pequeño de su espalda.
Él ocupó, acaso sin saberlo, cada ruina de su conciencia anestesiada.
Ella se entregó casi igual de desnuda que con él al tiempo y la distancia.
Él , taciturno el sueño, ya no la recordaba.
Ella quiso quererlo. Él no quiso.
Ella esperó volver a verlo. Él no había esperado nada...
A.C - 06/02/2009