Prólogo
Las sombras de la noche son menos peligrosas que tus manos.
Tus palabras, a veces, me saben a silencios infinitos.
El humo de tus ojos embriaga mis rencores
Que se marchan absortos.
Me hundo entre tus huesos y el tiempo deja de ser tirano.
Epílogo
Tus manos, que son más peligrosas que las sombras de la noche,
Ya no le infunden miedo a mi cuerpo despoblado.
Los silencios infinitos, en que a veces se convertían tus palabras,
Ahora me saben crueles, amargos, insoportables.
Mis rencores se duermen en mis párpados esperando
Que el humo de tus ojos los embriague.
Mis huesos ya no buscan el lecho de tus huesos
Y el tiempo es otra vez tirano.
A. C - 07/2000 y 10/09/2000
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...palabras gastadas, apretadas, inventadas, recién paridas, escupidas, asustadas, remendadas, escondidas, rebeldes, desengañadas, en puntillas, a carcajadas, garabateadas... de las que anidan pronto entre los párpados cuando murmuran encuentro de miradas...
A la salud de tus palabras...